Preguntas, preguntas.

 

¿Por qué un blog?

Esa es la pregunta que cualquier persona normal, decente y de autoconsiderada inmaculada reputación se haría en primer lugar. ¿Tengo realmente algo que compartir con el mundo? Y de ser así, ¿realmente le interesa al resto de mortales mis opiniones, obras y desvaríos? ¿Merece la pena invertir un recurso finito y tan valioso como el tiempo (Especialmente el mío) en una actividad sin mayor beneficio que la posibilidad de algo de reconocimiento que dar de comer a nuestro gran y hambriento ego?

Tantas preguntas harían implosionar el cráneo de cualquier persona dejando la estancia, en un radio de 10 metros, cubierta de la materia y los fluidos del hastío.

Sin embargo, en Ordo Ludum nos hacemos otra clase de preguntas:

 

¿Y por qué no?

 

En Ordo Ludum somos excéntricos, como lo han sido los genios una y otra vez a lo largo de los tentáculos viscosos de la historia, y nuestro ego tiene el tamaño de Júpiter elevado a las Chucknorrisérrima potencia. Nos hacemos preguntas que el resto de personas no han llegado a plantearse y tenemos una línea de razonamiento mucho más enrevesada y alienígena:

¿Si un humano muerde a un zombie lo transforma en humano? ¿Existe vida en nuestros ombligos? ¿Son las pelusas formas de vida independientes o persiguen un fin como parte de una mente colmena? ¿Están mal vistos los Transformer en el mundo de la mecánica? ¿Es entonces Cybertron el equivalente a Bangkok? ¿Hay restaurantes chinos en Melmak? Y de ser así, ¿el pollo con almendras estará hecho con pollo? (Suponemos el gato una materia prima valiosa, al contrario que en La Tierra)

Estas y otras preguntas irán siendo respondidas por nuestros expertos, que en el mejor de los casos darán lugar a más preguntas, que a su vez volverán a dar lugar a aún más preguntas que quizá y sólo quizá podrán ser respondidas.

Sé lo que estás pensando, ¿esta gente está loca?

No vamos a responder a esa pregunta, pues ya conoces la respuesta.

Propicios y cataclísmicos días desde Ordo Ludum.